Cuando una de sus alumnas se le acercó y le regaló una estampita de la Virgen de la Medalla Milagrosa, Alicia Echeverría supo que ese sería el nombre apropiado para la institución educativa que fundó el 13 de febrero de 1963 en compañía de sus hermanas Olguita y Dilita Echeverria Arosemena.
La Medalla Milagrosa, más que un colegio, es el sueño hecho realidad de estas tres hermanas mujeres que desde su infancia sintieron la vocación de enseñar.
Como si estuviese en el país de las maravillas, a sus cinco años de edad, Alicia jugaba a ser una gran profesora. Pasaba vacaciones en la finca de sus abuelos y les enseñaba a leer y a escribir a los trabajadores del lugar, de manera que así fue aumentando su deseo de educar y de preparar para el futuro a los profesionales del mañana. Estudió en el Colegio de Amalita Bustillo, luego pasó a ser parte del Colegio La Inmaculada Concepción, hoy Colegio La Presentación de Lourdes. Al terminar allí cursó su bachillerato en el Colegio del Atlántico para Señoritas, del que era rectora Juana Acosta de Roncallo y donde los alumnos escogían entre bachillerato comercial o bachillerato pedagógico. Alicia optó por lo que siempre le ha gustado, la pedagogía. Así que se preocupó por hacer sus prácticas docentes y por seguir dándole alas a la labor de llevar conocimientos.
Al terminar sus estudios comenzó a ejercer como maestra en una escuela de primaria del gobierno, de allí pasó a dar clases en el Colegio El Prado, que en esa época era dirigido por Mayito Blanco. Después de varios años de trabajar como educadora se aventuró a fundar su propio colegio en la Carrera 49 # 70-41. Era llamado “La casita azul” por estar en una casa de ese color. Asistían niños y niñas de 5 a 10 años de edad. Posteriormente, cuando decidió colocarle el nombre de la Medalla Milagrosa comenzó con pocos alumnos los cursos de primaria. En kínder tenía 34 niños, en preparatorio 24, en primero 15, en segundo también 15 y en tercero 9 alumnos. Luego el número de estudiantes aumentó y se llegó a los 500 alumnos. Debido a la calidad educativa que representaba el colegio, en esa época tanto alumnos como padres de familia comenzaron a exigir que se aumentaran los cursos en la institución. Fue entonces cuando el Colegio La Medalla Milagrosa amplió los niveles de estudio, en una primera etapa hasta quinto de primaria y luego cubrió todos los niveles de bachillerato. Hoy es toda una familia llena de virtudes en la que Alicia dejo una imborrable huella, satisfecha de sus alumnos y de aquellos exalumnos que actualmente son grandes profesionales ejerciendo altos cargos tanto en Barranquilla como en el exterior.
La religión, la moral, la disciplina, y el amor al estudio son las bases sobre las cuales marcha el colegio. Mayo es un mes muy especial porque lo dedicamos a la Virgen María y al delicado papel que cumplen los padres y maestros en el afán de educar a los niños de hoy para forjar a los adultos del mañana.
En su labor siempre la acompañaron sus hermanas, Olguita, quien fue miembro muy activo de la parte administrativa y directiva del colegio desempeñándose como la secretaria general del mismo, y Dilita apoyando incondicionalmente para forjar la institución que hoy día continúa consolidándose como un pilar de la educación en Barranquilla.
Ali, como la llamaban sus alumnos, siempre hizo énfasis en el trabajo por la buena letra y la buena lectura, en la excelencia de la ortografía y la caligrafía y en la aplicación de los valores en la sociedad.
Cuando recibió la medalla Camilo Torres y la Medalla al Mérito, se sintió satisfecha de haber cumplido una magnífica labor y de continuar forjando personas, de seguir viendo crecer a distintas generaciones y de poder recoger los frutos de su colegio. Por eso permaneció como la rectora de la Medalla Milagrosa, hasta el día de su sensible partida, e 16 de junio de 2016. Se levantaba muy temprano para asistir todos los días de 6:45 de la mañana a 2:30 de la tarde a la ardua jornada escolar a empezar con la oración de la mañana, los cantos a Dios y el himno del colegio, ver a tantos niños, niñas y jóvenes recibiendo en forma ordenada sus clases, y contestar enamorada de su profesión cuando todos sus alumnos la saludaban cariñosamente con un:
“Hola Ali”.